Jazz Gráfico. Diseño y Fotografía en el disco de Jazz 1940-1968. IVAM
1940-1968, cuando las carátulas se convirtieron en un nuevo arte
Hoy retomo el Blog recordando una de
esas maravillosas exposiciones que coordinó Carlos Pérez sobre su gran
pasión, el Jazz. La muestra fue organizada en Marzo de 1999 en el
Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) . De una calidad
extraordinaria, la exposición fue un rotundo éxito de público y crítica,
marcando un antes y un después en la percepción que había en España de
esta faceta artística que no solo se limitaba a las portadas de discos
de jazz. La muestra marcó de forma clara como el diseño y la gráfica
aplicada en el disco de jazz podían ser objeto de exposición en un
museo. Aquí os dejo como homenaje
personal a este gran erudito y referente de la cultura que fue Carlos Pérez, mi primera reseña como crítica de arte en el
Suplemento Cultural Posdata Levante-emv.
Artículo publicado en el Suplemento Cultural Posdata (Levante-emv. 9/04/1999)
“En el corazón de la
ciudad late la música de jazz”, imagen que evoca clubes y locales nocturnos
del Nueva York de los años cincuenta, donde
se escuchaba el relajado lirismo de Baker, la suave guitarra de Wes
Montgomery o la deslumbrante técnica de Taylor. Música que fascinó a los
artistas, diseñadores y fotógrafos que quisieron inmortalizar sus obras junto a estos
grandes genios de la música, dejando un valioso legado en las carátulas de los
discos algunas de las cuales se han podido ver en la exposición que el IVAM les
dedica bajo el título Jazz gráfico.
La exposición traslada a través de sus portadas (realizadas
entre 1940- 1968) al revival de Nueva Orleans, con el Bebop, pasando por el cool,
soul music hasta finalizar con el free jazz, y en las que intervinieron
artistas como Albers, Andy Warhol y los fotógrafos Lee Friedlander, W. Eugene
Smith o Leonard, entre otros.
Contemplar las carátulas de esta exposición provoca una
extraña y perversa tentación, hacia este espacio colonizado por la no música,
un deseo de posesión, y es que, como dice el crítico Alain Gerber: “en las portadas
se implica necesariamente al autor de la música, uns representación de su mundo”.
Las grandes compañías discográficas como Columbia, Decca y
RCA/Victor, quisieron imbuir al gran público dicho deseo de posesión, lanzando
estas portadas al mercado industrial. Las primeras portadas discográficas fueron
realizadas por Steinweiss en 1940 para el sello Columbia. En ellas, con un
grafismo esencial de grandes perspectivas y desequilibrios, se observa una
clara influencia de la Vanguardia y del cartelismo europeo de entreguerras.
Estas tendencias plásticas de vanguardia procedentes de Europa influyeron en
toda una serie de diseñadores gráficos como Paul Bacon, Jim Flora o Murrae
Stein, de las que tomaron rasgos estilísticos poniéndolos al servicio de este
nuevo arte.
A mediados de los años cincuenta –con la aparición del long play de doce pulgadas, los avances fotográficos y la impresión offset- se produjo la inclusión de la fotografía en las cubiertas discográficas.
Muchos diseñadores, como Reid Miles, Paul Bacon o Burt
Goldbart, no quisieron renunciar al diseño gráfico y combinaron la tipografía moderna
con la fotografía, consiguiendo cubiertas de gran fuerza creativa y riqueza
conceptual. Pero será con el realismo fotográfico cuando se manifieste una más
clara interrelación entre portada y disco, una relación fetichista, espectral,
como dirá Alain Gerber: “La representación de la portada del disco es una
muestra de una imagen que es ella misma representación de una audición y de un espectáculo
inerte”.
Fotógrafos como Phil Stern, Leonard, Friedlander o
Smith se caracterizaron por sus representaciones realistas de los jazzmen,
recreando sus atmósferas, la historia del entelado rojo, humo de cigarrillos, saxófonos
y micrófonos, con gran precisión del detalle, reproduciéndonos ese espectro sonoro. Destacan las portadas
de Friedlander, de gran resolución visual y cuidada forma, o el magnífico
retrato del pianista Thelonius Monk,
realizado por Smith y que cerraba la exposición, junto a un diseño de John
Berger.
A finales de los años sesenta, la tendencia pop fue
asimilada por las compañías discográficas, los Beatles y su Sargent Pepper´s
inauguraron la moda de los álbumes conceptos, las portadas más novedosas ya no
correspondían al ámbito del jazz. Pero la música todavía está ahí, en sus
rincones, en sus clubes que constituyen el centro del corazón del arte, hoy
universal, que es el jazz.