LA HUELLA FOTOGRÁFICA EN LA NUEVA PINTURA REALISTA

La fotografía y la ilustración de imágenes han aglutinado a una serie de artistas en los últimos cincuenta años que han investigado y desarrollado en sus obras un nuevo engranaje metodológico en cuanto a la pintura realista. “La huella fotográfica en la nueva pintura realista: La aportación valenciana (1963-2005)” reflexiona en torno a una de las transformaciones más admirables, coherentes y plurales del realismo contemporáneo.

Al adentrarnos en la historia de la fotografía y su relación con el arte, comprobamos que sus rasgos más significativos se describen primordialmente en términos fácticos, dejando la cronología en segunda demarcación, y ello a pesar de que cada nuevo fenómeno fotográfico importante ha poseído y posee un sentido específico para algún aspecto del arte. Durante la segunda mitad del siglo XIX la fotografía y el arte sufrieron una verdadera encrucijada; como consecuencia, del estigma que pesaba sobre los artistas que se guiaban por la fotografía a la hora de efectuar sus obras, llegando a ocultar y destruir las fotografías después de usarlas para sus cuadros. No obstante, ésta encrucijada se “resolvería” en la década de los noventa, siendo aceptada finalmente la fotografía como arte, y ratificándose en expresiones retratista por artistas menos convencionales, como Courbet, Manet, Degas, Cézannne y Gauguin. Por consiguiente, a principios del siglo XX, acudimos a la integración de la fotografía en las artes visuales de una manera insólita hasta el momento.
Sin embargo, a pesar de este importante acontecimiento, la compleja simbiosis entre arte y fotografía ha generado diversidad de discursos a lo largo del siglo XX. Debates que vuelven a retomar en algunos casos un nuevo cariz en lo referente a la utilización de las nuevas tecnologías, y que discurren desde la aparición de la primera cámara Kodak, pasando por el cine, la videocreación o el arte digital. Desde éstas premisas, la exposición “La huella fotográfica en la nueva pintura realista: La aportación valenciana (1963-2005)” que se puede visitar hasta el 10 de enero en El Centro del Carmen, realiza un exhaustivo análisis historiográfico de la relación entre ambas técnicas dentro de nuestro territorio. En este sentido, Felisa Martínez comisaria del proyecto indica: “El hilo conductor de este trabajo es la relación de la pintura con la fotografía –entendida como elemento y recurso plástico de todos los artistas seleccionados- por ello, es ineludible referirse a los precedentes más directos, al estallido realista que se produce en Valencia después de 1965 y especialmente a partir de los setenta, cuando el hiperrealismo se equiparó como una moda internacional.”Efectivamente, a mediados de la década de los años sesenta, se produjo una reacción al informalismo vigente, que supuso una vuelta a la figuración absorbiendo el Pop Art procedente de EEUU, con representantes como Warhol o Rauschenberg. Abriéndose a partir de entonces, la fotografía en Valencia como material documental y soporte técnico, a la hora de ejecutar las obras de arte, alejándolas del imperante Sorollismo. A este movimiento se adscribieron Estampa Popular, Equipo Crónica, Equipo Realidad, Boix, Heras, Armengol o Genovés, que con una visión crítica social y política del momento integrarían lo que ha sido denominado realismo social valenciano.
Pero, como indicábamos al principio la unión entre arte y fotografía ha generado multiplicidad de discursos donde las nuevas tecnologías han reabierto nuevos debates, y modificado los procesos plásticos. Ya desde los años ochenta hasta las últimas generaciones, han buscado la adaptación de sus lenguajes a las nuevas gramáticas y coyunturas históricas, replanteando nuevas cuestiones, interesadas tanto en temas literarios, cinematográficos o metafísicos entre las que destacan los trabajos de Manuel Saéz, Gonzalo Sicre, Victoria Civera, Chema López, Charris, y Cuellar. Mediante una búsqueda más industrializada de las obras, como representan las fábricas, arquitecturas o búnkeres de guerra desarrollados por Antonio Alcaraz, Javier Garcerá, Xavier Monsalvatje o Adrià Lanuza; adoptándolos a su realidad más cotidiana, bien a través de la seriación o de una visión aumentada como la representada por Molina Ciges, Vicente Peris, Adriá Pina, Antoni Miró, Vicente Marco o Sebastián Nicolau. Hasta llegar finalmente al uso de las nuevas tecnologías con las obras de Antonio Debón, Soledad Sevilla, Carolina Ferrer, Carmen Calvo, María Zarraga, Rocío Villalonga, y Lizana. Un enfoque de cómo varias generaciones de artistas han compartido una visión de la fotografía como una experiencia de enorme experiencia espiritual y riqueza artística.
Rosa Ulpiano

Texto publicado en el diario LEVANTE el 30 de octubre del 2009

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